¿ES LA MASONERÍA…?

¿ANTICLERICAL?

Falso. La Masonería ha combatido siempre toda forma de intolerancia y eso ha hecho también con la Iglesia Católica cuando lo ha sido, y en la medida en que siga siéndolo; en ese y sólo en ese aspecto se le enfrenta, del mismo modo que sostiene ese enfrentamiento con cualquier religión, secta, partido, ideología o grupo que se sustente en la intolerancia o que favorezca o estimule su práctica. Pero no es anticlerical. Si lo fuera no aceptaría sacerdotes en su seno, cosa que sí hace: hay sacerdotes masones.

¿ATEA?

La Masonería es laica. Si bien la Biblia preside la mayoría de los Templos Masónicos (entre otros elementos simbólicos), su sentido apunta más a la Sabiduría que a la religión, a la que respeta y acepta en todas sus manifestaciones, tanto cristianas como orientales. Pero no las adopta como propias. Nuestra invocación al Gran Arquitecto del Universo las abarca a todas ellas. La interpretación es personal, como corresponde a librepensadores. Agnósticos y ateos tienen la misma dignidad entre nosotros.

¿CUSTODIA UN SECRETO?

La Masonería no guarda ningún secreto. En cuanto a la Verdad, hemos de decir que –parafraseando a Machado–* nos reunimos para buscarla.
* “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela”.

¿DONDE HALLARÉ MI CAMINO?

El que eso piense encontrará más bien un laberinto. Muchas respuestas hay para cada pregunta y esas respuestas las tiene sólo quien las formula. Carecemos de Gurúes, Sumos Sacerdotes o Administradores de la Verdad Absoluta. Porque sabemos que engañan, deforman, utilizan y manipulan tanto ideas como personas. En el mundo en que vivimos, quien se pregunte por cosas profundas encontrará inmediatamente todo género de sectas, libros mágicos, religiones, respuestas preestablecidas, conductas regladas, un guion ya escrito para toda tu vida; Verdades que no hay que buscar porque ya las tienes servidas y no hay más que obedecer y servir, a tu vez, a quien decide por ti. Puede que sea cómodo, pero a nosotros no nos vale de nada eso. Los masones también buscamos respuestas a tantas preguntas acuciantes. Y nos reunimos sólo para reflexionar juntos. Las conclusiones son cosa de cada uno. Mientras tus ideas no te lleven a atentar contra la tolerancia, la libertad, la igualdad y la fraternidad, hay un sitio para ti entre nosotros.

¿ELITISTA?

Sin duda alguna. No aceptamos fanáticos, integristas, racistas, xenófobos ni intolerantes de ninguna clase. En nuestro criterio de selección (que, efectivamente, es estricto) no se contempla ni el poder económico ni el prestigio del aspirante. Sólo su coincidencia con los valores humanísticos que la Masonería defiende y sostiene. Según está dicho desde hace casi tres siglos, puede ingresar en Masonería toda persona “libre y de buenas costumbres“.

¿ESOTÉRICA?

Lo es. Esotérico es cualquier conocimiento reservado a los Iniciados. Esotérico es el ajedrez para quien no sabe cómo se mueven las piezas; esto es, para quien no se ha iniciado en sus secretos. Esotérico es un mapa para quien no se ha adentrado en los conocimientos de los sistemas geográficos. Esotérica y misteriosa es una ecuación para quien no sabe matemáticas. La Masonería es, por tanto, esotérica. Pero en ese sentido y sólo en ese.

¿INICIÁTICA?

Exacto. Se deben demostrar ciertas destrezas y hay que someterse a diversas pruebas para ingresar en una Facultad y manifestar la voluntad de seguir el camino trazado por ella. La iniciación masónica no requiere conocimientos específicos. Más que un acto de entrada es el comienzo de un recorrido, una vía continua de potenciación de la calidad humana de los masones, en el convencimiento de que el camino del Hombre pasa por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

¿PRETENDE DOMINAR EL MUNDO?

Esta, con ser la más ingenua e inverosímil de todas las calumnias que nos han endosado, es la que más ha calado en mucha gente y en muchas épocas. Hoy sigue viva gracias a la moda general de los conspiranoicos. Es uno de los prejuicios con los que no tenemos más remedio que lidiar. Se ha utilizado insidiosamente la larguísima lista de Grandes Hombres (presidentes, filósofos, científicos, ideólogos, humanistas, astronautas, inventores, músicos, precursores, políticos…) que fueron o son masones para intentar puerilmente sostener una tontería tan endeble, porque si realmente hubiera sido así, bastaría con dar una rápida lectura a tal lista para concluir que ya estamos dominando el mundo. Pero quienes viven la Masonería saben bien que eso no es cierto, lo cual no nos impide sentir un legítimo orgullo al poder escribir esos nombres en nuestras columnas y compartir el sentimiento de que la Masonería –en los oscuros tiempos en que muchos de ellos vivieron– colaboró en crear un ámbito que les ayudara a desarrollar su grandeza.

¿RITUALISTA?

Correcto. Un ritual es una ceremonia, como lo es la apertura de los Juegos Olímpicos, la entrega de diplomas de una universidad, la jura de la bandera o una misa. Nuestros rituales tienen tanta solera como muchos de ellos y expresan tradiciones que recuerdan un pasado que nos es entrañable. Los rituales masónicos, que carecen de dioses, dogmas y clérigos, proceden de la decantación histórica del trabajo humano, del pensamiento, de la razón humana. En nuestros ritos, todo el mundo sabe por qué hace lo que hace, de dónde procede y qué significa: no hay mecanicidad ni repetición sin sentido. Todo se entiende. Los rituales  conservan el método masónico, la iniciación, un proceso de autoesclarecimiento o aprendizaje psicológico. Estos rituales han sido elaborados a lo largo de siglos y guardan una específica “ecología” emocional y simbólica; son un sutil y hermoso equilibrio de gestos y palabras que no puede ser alterado arbitrariamente.

¿SIMBÓLICA?

Sí. Una bandera es un símbolo para un país o región, como también lo es una cruz para un cristiano, una divisa para un hincha de fútbol, la estrella de David para un judío o un logotipo para una empresa. Provocan emociones y unifican e identifican grupos humanos. Si bien nuestros símbolos tienen también una significación igualmente precisa, no tienen una interpretación unívoca. Para los masones, los símbolos son como señales colocadas en cada bifurcación del camino: indican la dirección y el destino al que llevan, pero no es obligatorio seguirlos.

¿UNA AGENCIA DE CONTACTOS?

Quien se acerque a nosotros con esa idea se ha equivocado de puerta. En la Masonería se practica la solidaridad, como es de esperar de una institución que predica la Fraternidad, pero se detecta muy fácilmente a quienes se acercan nada más que con ese propósito. Por otra parte, y sirva como dato ilustrativo, en nuestros talleres hay hermanos en paro en el mismo porcentaje que en el resto de la sociedad.

¿UNA ESTRUCTURA AUTORITARIA?

Otro mito que nos gustaría aclarar. Todos los cargos, hasta los más altos, son elegidos por sufragio universal, reelegibles sólo una vez y por un máximo de seis años. No reconocemos líderes ni mandatarios vitalicios.

¿UNA SECTA?

La Masonería no es una secta: no busca la sumisión de sus miembros a ningún gurú o líder, no exige obediencia ciega, no lava el cerebro de las personas ni controla sus mentes (nos esforzamos precisamente en que cada cual piense por sí mismo), no aísla a nadie de su entorno familiar,  no genera enfermizas dependencias emocionales que cuesta muchísimo trabajo curar y no obliga a sus fieles a “entregar todo lo que tienen” para enriquecer al jefe a cambio de “salvar su alma”. Es al revés: prepara para cada uno de sus miembros un camino personalizado hacia la maestría de sí mismo. La Masonería no admite a menores de edad en las Logias y se dirige a personas libres, dotadas de autonomía como individuos: la Logia no somete a sus miembros a ningún tipo de dirección espiritual o ideológica. El método masónico no es un camino de salvación de carácter religioso, sino un proceso de autoesclarecimiento continuo, compatible con cualquier fe religiosa o esotérica que no anule la libertad del individuo.

¿UNA SOCIEDAD SECRETA?

No. Es una sociedad discreta. Las innumerables persecuciones que ha sufrido (y los españoles sabemos de eso casi más que nadie) la obligan a conservar esa tradición. Incluso hoy, cuando está legalmente reconocida, la pertenencia a la Masonería puede poner en peligro el empleo o el prestigio de quien declare públicamente su condición de masón. A ningún masón, empero, se le prohíbe decir que lo es. Lo que le está vedado es decir que otros son masones si éstos no le han autorizado a hacerlo. En tanto que Institución, a cualquiera le resultará más que curioso que una sociedad secreta figure en el listín telefónico, publique comunicados, organice conferencias públicas, conceda reportajes o facilite toda la bibliografía que cualquier persona requiera.

¿VIVE DEL PASADO?

Si consideramos que nuestra divisa de Libertad, Igualdad y Fraternidad fue bandera de la Revolución Francesa y que los fundadores de los Estados Unidos de América eran todos masones, como lo fueron los líderes de la Independencia de toda Latinoamérica, nos parece justo congratularnos de nuestro pasado. Pero son ahora el racismo, la xenofobia, la degradación del planeta, el fanatismo religioso, el terrorismo, la situación de la mujer, la problemática del Tercer Mundo, la generalización de la codicia, la pérdida de valores éticos, los crecientes abusos del poder y muchos otros asuntos similares los que calientan nuestras tenidas (reuniones). Y si nuestra voz no se hace oír es –aunque en parte sea nuestra culpa– por el silencio de los medios de comunicación.

¿”COSA DE HOMBRES”?

En el seno de la Masonería liberal es esencial la aportación de la mujer como Maestra de su propia arquitectura interior, con el mismo rango que el hombre. Es bien conocido el papel crucial que la mujer jugó en las antiguas sociedades iniciáticas, así como la no tan infrecuente pertenencia de mujeres a los antiguos gremios de constructores. La Masonería liberal admite desde finales del siglo XIX miembros femeninos de pleno derecho. Esta Obediencia en particular, la Gran Logia Simbólica Española, auspicia hoy en día Logias masculinas, femeninas y mixtas.

¿Qué opina la masonería de la homosexualidad y la identidad de género?

Si las y los francmasones de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), y por ende, nuestra Respetable Logia Iod del Maresme de Mataró, tenemos en la divisa LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD uno de los más importantes elementos de nuestra identidad, si, tal y como dice nuestra carta de valores, “creemos que los derechos humanos expresados en la declaración universal de diciembre de 1948 y que son consustanciales a la democracia”, la respuesta es clara: La Francmasonería no sólo está a favor de la libertad individual de cualquier persona a ser, sentir, y vivir de la manera que desee, sino que rechaza la homofobia y la transfóbia, así como cualquier manifestación de odio al colectivo LGTBI+  y apoya todas aquellas iniciativas legales y sociales destinadas a favorecer la igualdad.

¿Cómo llegar a ser Francmasón/a en el seno de la Gran Logia Simbólica Española?

Una persona puede interesarse por la Francmasonería porque un amigo o una amiga le haya hablado de ella, o bien como resultado de lecturas o de una búsqueda personal.

Si usted conoce la Gran Logia Simbólica Española gracias a una amistad, ella le puede guiar en los pasos necesarios para ser candidato a ingresar en una Logia y también acompañarle en las diferentes etapas de esta candidatura. Si usted no conoce a nadie, eso no es un problema. Escriba a la sede de la Gran Logia Simbólica exponiendo su deseo de ingresar y por qué quiere hacerlo. Para ello puede usar la solicitud que encontrará al final de esta página.

Toda candidatura se remite a una de las Logias afiliadas, ante la cual se realizan los trámites para la afiliación. La Logia es, de hecho, la célula base de la Francmasonería y está compuesta de unos veinte a cincuenta miembros. Es en la Logia donde el francmasón vive su vida masónica.

¿Cuál es la primera etapa de una candidatura?

Los miembros de la Logia que haya recibido su solicitud analizarán los datos que usted aporte. Si aprueban que se dé inicio al proceso de afiliación, el presidente de esa Logia (llamado Venerable Maestro) nombrará a tres Maestros para que se pongan en contacto con usted y mantengan otras tantas entrevistas. Se trata de conversaciones bastante profundas y suelen durar entre una y dos horas. La finalidad de estos encuentros es conocer su personalidad , sus ideas y sus aspiraciones, pero también responder a las preguntas que usted pueda formular. No se trata de interrogatorios: toda conversación es un intercambio de información y, a través de estos contactos, usted podrá hacerse una primera idea del grupo al que desea unirse. Los tres maestros masones que le entrevisten rendirán cuentas, después, a la Logia a través de unos informes que serán determinantes para la aprobación o no de su ingreso.

¿Cómo es la admisión?

Los hermanos y hermanas de la Logia escucharán los tres informes de los maestros y luego votarán la coveniencia o no de admitirle entre ellos. Si el resultado de esa votación fuese negativo, le será comunicado inmediatamente, igual que si se considerase necesaria alguna otra entrevista para aclarar posibles dudas o contradicciones. Si la votación arroja un resultado positivo, empieza otra etapa. La admisión en la Francmasonería no es una simple formalidad administrativa: al contrario, se lleva a cabo mediante un ritual que tiene, desde hace siglos, la forma de una Iniciación. Se trata de una ceremonia en el curso de la cual el candidato es llevado, simbólicamente, de las Tinieblas a la Luz. No diremos nada más, ya que lo vivido en esas horas son los primeros pasos del camino en la Francmasonería.

¿Y después?